Las experiencias en cada puerto van a ser inolvidables. Y es que además de disfrutar de las actividades y comodidades que te ofrece el crucero y su tripulación durante los días de navegación, las paradas en los puertos más interesantes van a ser parte de la aventura. Ciudades monumentales, repletas de vida y patrimonio te darán la bienvenida.
Conocida también como “la Buena Madre”, la basílica de Notre Dame de la Garde está ubicada en una colina a 150 metros de altura. Se construyó a partir del año 1853 sobre los cimientos de una fortaleza que data del 1536 y se divide en dos partes: una cripta excavada en roca de estilo románico y una imponente iglesia de estilo románico-bizantino encima. Está recubierta por mármol y pórfido y el campanario está coronado por una Virgen María dorada de 11 metros de alto. Asimismo, en su interior alberga preciosos mosaicos.
Una de las joyas imprescindibles que ofrece Marsella es el elegante y monumental Palacio Longchamp. Construido en 1869 para celebrar que la ciudad ponía fin a la escasez de agua con nuevas infraestructuras, posee un aspecto imponente y un precioso parque con fuentes y jardines. Hay dos edificios principales que albergan dos museos unidos por una columnata semicircular. Asimismo, frente a esta columnata se encuentra la principal atracción, una encantadora y preciosa fuente barroca con numerosas esculturas, brindando al visitante una imagen asombrosa.
Frente al mar, se alza imponente la catedral de la Mayor. Fue construida durante la segunda mitad del siglo XIX y se caracteriza por tener un estilo arquitectónico románico-bizantino con aires orientales. Se trata de una majestuosa basílica cuya fachada destaca por la piedra caliza de colores blancos y verdes, mientras que, por otra parte, en el interior del recinto, la decoración en mármol y pórfido junto a mosaicos asombran a todo el mundo. A primera vista, se ve un pórtico monumental con dos torres de 60 metros de altura y una cúpula central que alcanza los 70 metros de alto. En fin, una fascinante maravilla que seduce con facilidad.
El Puerto Viejo de Marsella, ahora reconvertido en puerto deportivo, es un pintoresco rincón en el que dar un agradable paseo. Además, en la entrada del puerto se encuentra un auténtico tesoro, el Fuerte Saint Jean, rodeado por un foso y formado por una torre circular y otra cuadrada, fue construido entre 1668 y 1671 por orden del rey Luis XIV con la finalidad de proteger y vigilar la ciudad por vía marítima. Por otra parte, el puerto tiene varios restaurantes, bares, heladerías y tiendas que dan vida y ambiente al paseo.