Las experiencias en cada puerto van a ser inolvidables. Y es que además de disfrutar de las actividades y comodidades que te ofrece el crucero y su tripulación durante los días de navegación, las paradas en los puertos más interesantes van a ser parte de la aventura. Ciudades monumentales, repletas de vida y patrimonio te darán la bienvenida.
A orillas del mar, se encuentra el curioso e histórico Castillo del Huevo. Una fortificación medieval construida en el año 1128 sobre un islote y que posee imponentes murallas. Cuenta con una hermosa iglesia y enormes salas con columnas. Asimismo, además de su asombrosa arquitectura, también es interesante saber la historia que hay detrás de esta ciudadela, pues según cuenta la leyenda, el poeta Virgilio colocó un huevo en las mazmorras, un huevo escondido y puesto en posición vertical que, si caía, el castillo se destruiría al mismo tiempo que una catástrofe sacudiría la ciudad de Nápoles.
Un poco más lejos del centro está la majestuosa Catedral de Nápoles. Fue construida a principios del siglo XIII y se cree que está ubicada sobre un antiguo templo romano donde se adoraba al dios Apolo. Su fachada es de arquitectura neogótica con esculturas de mármol y su sala principal es barroca. En su interior destaca la capilla del tesoro con su estilo barroco, su busto de San Genaro y la mitra de plata con piedras increíbles que donó Matteo Treglia. Y también adosado a la Catedral está el baptisterio más antiguo de Occidente, “San Giovanni in fonte”.
Bajo las calles del centro histórico hay escondido uno de los entramados de túneles más grandes de Europa, el conocido como Nápoles Subterránea. Se trata de un curioso laberinto de túneles, cuevas y cisternas que fue construido originalmente por los griegos como depósitos subterráneos de agua. Más adelante, los romanos extrajeron más roca para la construcción de la ciudad y durante la Segunda Mundial se habilitaron refugios que permitieron salvar la vida de más de 200.000 personas.
Situada en el corazón de la ciudad de Nápoles, la Plaza del Plebiscito es un rincón espectacular. Su superficie es de unos 25.000 m2, una auténtica barbaridad. Antiguamente, durante siglos, fue escenario de fiestas populares, pero a partir del siglo XVII empezó a remodelarse siendo el punto de inflexión el principio del siglo XIX, el período napoleónico. Asimismo, la Plaza Plebiscito está rodeada por algunos de los edificios históricos más destacados de la urbe: el Palacio Real, la Basílica de San Francisco de Paula, el Palacio de la Prefectura y el Palacio Salerno.