Oddfellows Hall en la calle Chesters Lower Bridge, es una espectacular mansión georgiana del siglo XVII, que ha sido reformada para devolverle su carácter y grandeza. Fuera tiene la terraza de residentes y un fenomenal jardín privado y vallado. Dentro, continúa el esplendor con salones de té, restaurantes, varios bares nocturnos, un club, un salón de asociados, y 4 habitaciones individuales. Oddfellows es un nuevo club privado de Chester; un lugar para comer, reunirse, cenar satisfactoriamente, degustar champán, tomarse un cóctel, un té de tarde, bailar y dormir. Todo está diseñado para hacer inusual lo normal, lo ordinario extraordinario. La decoración gira bruscamente desde la graciosa sofisticación a una intensidad dramática. Nada se ajusta a un patrón, pero todo tiene sentido. Sin querer sonar arrogante, cuando vengas a Oddfellows, sabrás lo que quiero decir. ¿Qué más puedo decir? La gente, simplemente no quiere dejar de dormir aquí. Puede ser nuestra dulce sofisticación. O quizá nuestras cuatro habitaciones absolutamente fabulosas. Deja tu fuerza de voluntad en la puerta. La resistencia es inútil. Simplemente, acéptalo, aquí no existen las dietas, nadie te niega nada. ¿Cómo puedes negarte a ti mismo disfrutar de esos maravillosos, irrechazables y milagrosos menús que te ponen delante de los ojos? Ooohhh, aaahhh, mmmmm; a falta de una forma mejor de describirlos. Si las bebidas fueran arte, el Oddfellows sería la Galería Nacional. Pero sí, podríamos decir que las bebidas son, de hecho, arte. Al menos, lo son las nuestras (y no estoy hablando solo de alcohol). Nuestros taberneros son artistas en lo suyo. Bien entrenados, aunque ellos saben que lo de preparar bebidas es instintivo. Esculpen, definen, experimentan, crean. Trabajan con la mejor materia prima; el hielo justo, los ingredientes adecuados, y la temperatura idónea. En lo referente a la música, prepárate para un viaje. No hay mucho que esconder. Solo unas sonrisas y algunas joyas en la conversación.